2. Incorporar caldos y sopas ligeras
“Empezar las comidas o esas cenas tardías con un caldo o sopa de verduras para “calentar” el sistema digestivo, ya que favorece su circulación sanguínea y mejora así la digestión de los posteriores alimentos. Además, nos ayudará a saciarnos antes”.
3. Hacer hueco en nuestra rutina para las infusiones digestivas
“Después de las comidas, tomemos infusiones de hierbas como manzanilla, menta, roibos, jengibre o anís estrellado, porque tienen propiedades carminativas que reducen los gases y alivian el malestar abdominal”.
4. Revisar bien las raciones y comer despacio
“Disfrutemos de los sabores comiendo lentamente y masticando más; notaremos que facilita la digestión y evita la acumulación de gases. Además, así damos más tiempo a que la leptina (hormona de la saciedad) informe al cerebro de que está satisfecho, lo cual evita comer en exceso”.
5. Practicar ayuno intermitente si nos sienta bien (y cuando podamos)
“Los días que podamos -y con total flexibilidad- consideremos ayunar 16 horas entre la cena y el desayuno. Si nos resulta complicado, podemos elegir la opción fácil y hacerlo, al menos, de 12 horas. Es mucho más sencillo y también tiene un gran beneficio para mejorar la sensibilidad a la insulina, reducir la inflamación y evitar la hinchazón“.
6. Incluir con frecuencia especias antiinflamatorias en tus comidas
“Añadir a nuestros platos cúrcuma, jengibre, canela de Ceilán, comino, pimienta negra y/o cardamomo (le van muy bien a sopas, guisos, carnes/pollo…). Estas especias favorecen la digestión y reducen la inflamación intestinal”.
