Zineb Tebbaï empezó a surfear a los 14 años en Casablanca, gracias a que su hermano le ofreció la primera tabla. Hoy, la entrenadora populariza un deporte que hace libres a las mujeres.
En la playa de Anza, a pocos kilómetros de Taghazout, importante centro turístico marroquí junto a un pueblo pesquero de origen bereber, se respira un estilo de vida natural y salvaje.
Allí todo es surf. “Siempre hay olas”, cuentan los lugareños. Pero del auténtico, sin postureo para Instagram. No hay ni rastro de smartphones. Chicas desde los cuatro a los 16 años charlan animadas entre ellas. Se miran, saltan, se abrazan y sonríen. Reciben clases de Zineb Tebbaï (Casablanca, Marruecos, 21 de octubre de 1982), su gran maestra y mentora. Una mujer que les inspira.
El mar se mueve fuerte y el viento sopla con ánimo. No es una costa especialmente bonita, pero la sensación de libertad que transmite es infinita. La misma que promueve este deporte que conecta de un modo tan profundo con el entorno. “Sobre la tabla se siente mucha paz, humildad y superación de una misma”, alecciona la entrenadora ante su atenta audiencia. Su hija, apenas una cría, merodea a su alrededor y se mueve como pez en el agua surcando las olas sobre su mini tabla. Tebbaï se inició con una similar de niña. “Al principio empecé con una corta y me costaba mucho moverme con ella. No había transporte para ir a la playa”, recuerda.