Situados en la cara interna de nuestros muslos, la función más obvia de los aductores es acercar una pierna a la otra (o sea, cerrarlas), pero, además, desempeñan un papel clave en la estabilización de la pelvis y de la columna vertebral. Músculo opuesto al abductor, lo cierto es que no lo utilizamos demasiado -al menos, de forma intensa- en nuestras actividades cotidianas y, como todo lo que no se usa, acaba por perderse. O lo que es lo mismo, por convertirse en un terreno abonado a la acumulación de grasa y a la flacidez.
¿Qué hacemos para evitarlo? La respuesta es sencilla: activarlos con ejercicios específicos, pero también con rutinas con las que trabajemos el cuerpo de forma global, sin aislar los músculos.
Antes de meternos en faena, es conveniente hacer un buen calentamiento previo con ejercicios de movilidad, como por ejemplo, rotaciones de cadera de pie o un cuadrupedia, para evitar posibles tirones. Y, por supuesto, estirar bien la zona al finalizar la sesión para prevenir contracturas.
¿Qué ejercicios específicos podemos hacer para fortalecer esta zona tan ‘conflictiva’?