Home Inteligencia Esta neuropsicóloga tiene la clave para que no te quedes atrapado en los pensamientos obsesivos

Esta neuropsicóloga tiene la clave para que no te quedes atrapado en los pensamientos obsesivos

by cms@editor

Nuestro cerebro está diseñado para garantizar nuestra supervivencia y, para lograrlo, debe prever y anticipar cualquier peligro que pueda representar una amenaza. Este mecanismo se ha mantenido prácticamente intacto durante más de 50.000 años, desde la aparición del ‘Homo sapiens’. En aquel momento, este sistema resultaba muy útil: prever riesgos, anticiparse a amenazas o reflexionar obsesivamente sobre un problema hasta encontrar una solución era vital, ya que nuestra supervivencia dependía de ello. Sin embargo, hoy en día, muchas de estas reacciones automáticas ya no son tan útiles como lo eran en aquel momento. Actualmente, ante cualquier situación que nos genere incertidumbre o inseguridad, nuestro sistema límbico —la parte del cerebro encargada de las emociones— sigue respondiendo como si se tratara de una amenaza vital, activando el sistema de alerta y desencadenando una respuesta de miedo o estrés o rumiando obsesivamente. Además, aunque somos seres ‘sentipensantes’, es decir, capaces de sentir emociones y razonar, las vías neurológicas que conectan el cerebro emocional con el racional son más fuertes y rápidas que las que van en dirección contraria. Por eso, nuestras emociones tienden a dominar sobre la lógica y el razonamiento y, aunque intentemos racionalizar nuestras preocupaciones o ansiedades, es difícil que estos razonamientos puedan modificar lo que sentimos de manera inmediata. Las emociones suelen tener más peso, lo que hace que detener la rumiación o el pensamiento obsesivo sea tan complicado.

¿Cómo se consigue accionar ese interruptor del ‘off’ (si es que se puede)?
Poner ‘en off’ ese interruptor por completo es prácticamente imposible. El cerebro divaga continuamente de un pensamiento a otro, incluso cuando estamos en reposo hay una gran red de neuronas que están activas. Lo que sí podemos hacer es regular ese flujo de pensamientos y aprender a gestionarlos mejor. Algunas herramientas útiles para ello son las técnicas de ‘mindfulness’, que nos enseñan a observar los pensamientos sin quedarnos atrapados en ellos; practicar el diálogo socrático, que nos ayuda a cuestionar la veracidad de estos, o escribir en un diario con métodos de escritura que faciliten el distanciamiento emocional, por ejemplo, son algunas de las maneras de apaciguar nuestro diálogo interno.

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