A veces caminaba más de una hora desde su casa solo para coger algunas olas. “A los 14, mi hermano me ofreció una tabla de bodyboard y fue amor a primera vista”. Tanto es así que su trabajo hoy es transmitir los valores del deporte que a ella le ha hecho tan feliz.
Casada con el campeón Adnane Benslimane, juntos idearon en 2014 la Morocco Bodyboard Academy, primera escuela de surf especializada en bodyboard de Marruecos. “Dos años antes, mi marido y yo organizamos un viaje de Tánger a Dakhla. El objetivo era ofrecer iniciaciones de bodyboard a niños de barrios populares y orfanatos”, cuenta.
A diferencia del surf, el bodyboard no lleva quillas. Los cantos son los que se fijan a la pared de la ola, junto a la acción de timón de aletas. La tabla está fabricada en una goma espuma que varía según su densidad y calidad. “Entendimos que era más accesible que el surf y una forma de escapar de las drogas y de la delincuencia en el ámbito popular”, explica la instructora.